Antes de nada, me han pedido desde el alto mando ACC que me presente, así que diré que soy un chaval de 1’70, ojos marrones, color de pelo natural pero indefinido... no, en serio, soy nueva carne de cañón, en un estrato dentro del grupo que vendría a estar en altura como mucho, y estirando hasta los dedos de los pies, de un tobillo estándar, para este proyecto grupal conocido como ACC, y nuevo en esto del bloggeo, así que espero no recibir muchos palos.
Pues sí, que cosas, parece que me ha tocado a mi escribir la primera entrada en el blog por parte de la delegación de ACC en Bilbao, formada por Jokin y por mi, Iñigo. 2 chavales que en teoría, o según cuenta la leyenda, estamos estudiando aquí... y digo esto porque en el piso, poca leche se estudia, si acaso un trabajo que otro, pero estudiar, mas bien poco. La vida aquí se puede resumir en pocas palabras: despertar, ir a la uni, volver, vaguear hasta la hora de la cena, y vuelta a dormir, en eso pasamos el día básicamente, que supongo que será lo que harán tantos otros en nuestra situación, y precisamente esto es lo que tanta añoranza crea en muchos chavales que todavía no saben lo que es la universidad, ese concepto mal formado de “la vida del estudiante universitario”, así, en cursiva y todo, que es de lo que precisamente iba a hablar.
La vida del estudiante universitario (sobre todo si vive en un piso), consiste en una alimentación mas bien pobre, basada en comida precocinada, pasta, y alguna que otra milagrosa ensalada por medio (lo que me recuerda que hace tiempo que debería haber empezado a ir al gimnasio, mas que nada porque me estoy poniendo fofo), además de interminables horas en ese lugar llamado campus...
Sí, esa palabra que, cuando todos tenemos 14-15 años, a no ser que tu vida este ya encaminada a convertirte en un cani sin remedio, nos fascina, y que no es para menos. Solo hay que ver el ambiente que se respira (lleno del olor dulzón de la marihuana), y la cantidad de chicas (o chicos, vosotros veréis) espectaculares que rondan por allá, sobre todo ahora que empieza a salir el sol, vuelven los pantalones cortos, las camisetas con tirantes, las minifaldas, y los estudiantes brotan como champiñones de la hierba en las horas de descanso, como queriendo hacer la fotosíntesis bajo el solazo de mediodía.
Lo que no nos contaron (aunque mas o menos todos nos olíamos algo raro, esto no iba a ser un camino de rosas...), es que en cuanto llegas allí, lo primero que hacen es meterte en un edificio del que en invierno apenas sales (en mi caso llega al extremo de haber entrado de noche, y haber salido de noche), y cuando puedes salir, te das cuenta de que los exámenes están a mes y medio y no has tocado un libro desde antes de febrero...
Así que, ya sabéis, la vida del estudiante universitario no es la maravilla que os contaban en casa, pero tampoco es tan mala como la estoy pintando, aunque si tu sueño es entrar en Mujeres y Hombres y Viceversa, mejor ni planteártela, todos sabemos por qué...
